Dynamo

Nadie es perfecto, todos nosotros en algún momento hacemos cosas de la que luego nos arrepentimos. A diario se nos presentan oportunidades para hacer algo malo, pero existen unos límites morales y cada persona puede optar por cruzarlos o no. Todo el mundo sabe cuál es la diferencia entre una simple equivocación y una horrible mentira descarada; o entre herir a alguien y cometer un crimen con premeditación. Pobres de aquellas personas que padecen de esa infelicidad, de ese sentimiento que carcome el alma, de ese silencio angustiante y desgarrador que provoca la culpa. Lamentablemente eso es algo que no se libera con pastillas, ni con llamadas, ni con cartas y mucho menos con lágrimas de arrepentimiento.