Dynamo

Todos nosotros en algún momento en la vida caemos en el grave error de confundir el amor con compañía, de estar con alguien a quien no amamos, sólo por no estar solos y porque nos entretiene. Pero, tarde o temprano el corazón se vuelve delator: Los besos, el cuerpo, las caricias, hay cosas que no se pueden fingir, al menos no por mucho tiempo.
Así es como funciona en muchos casos, no existe el amor, pero sí la necesidad de compañía, de afectos, de utilidad. Es triste construir una relación, una familia, en base a esas premisas. Las fotos se ven muy lindas, pero qué hay detrás de todo eso, ¿qué hubo que sacrificar para “lograr” esa fachada?
También existe el interés, todo el mundo sabe de casos de personas que, sin estar enamoradas, están con alguien porque le ofrece estabilidad económica: Un apartamento, una visa, una jeepeta o simplemente vagancia: no trabajar. Es muy triste amar por necesidad, por compasión, imponerle sentimientos al corazón. Es muy egoísta compartir el resto, o gran parte de tu vida con alguien por el cual no sientes nada. Alguien me dijo una vez: “él no me gusta, pero me ofreció matrimonio y yo ya me quiero casar y tener un bebé”.
Para muchas personas llegar a la vejez sin apoyo familiar, sin vínculos, sin afectos, sin pareja y sin una seguridad social que pueda garantizar una vida digna, es una verdadera desgracia. La soledad puede llevar a la depresión, a la angustia, a la melancolía y hasta al suicidio. No me gustaría ser el último autobús de alguien, no quisiera que me amen por compasión o por mi sueldo, prefiero esperar el tiempo necesario y vivir un amor auténtico, aunque sea por sólo un instante.