Dynamo

“.. Si tu sabes colar café, cuélame este paquete..”

Así como los pueblos tienen los Gobiernos que merecen, también tienen la música que merecen. Me explico. La popularidad del llamado “merengue de calle” se debe, en gran medida, a la aceptación que ha tenido en el gusto del pueblo, así de sencillo. No se le debe echar toda la culpa a sus intérpretes, tampoco al pueblo que ha elegido esta forma de “expresión artística”, como su preferida en los últimos años. ¿Quién tiene la culpa de que se esté haciendo merengue de tan baja calidad? No sé, habría que preguntarle a algún teórico a ver qué dice. Lo único que sé es que los pueblos necesitan de música para divertirse. A falta de pan, casabe. Yo particularmente no recuerdo la última vez que nuestros grandes intérpretes de merengue como Alex Bueno, Sergio Vargas, Fernando Villalona y el Torito pegaron una canción.
Este “merengue de calle” es muy diferente, con muy poca calidad, al hecho a principios de los noventa por agrupaciones como la Coco Band y Rokabanda. Ahora tenemos una “música” muy popular que incita la vagancia, el vicio y la violencia de género. No niego que algunas de esas canciones me ha llamado la atención en algún momento, ya sea por lo contagioso de su ritmo o por lo chistosa que son.
Nuestro gran artista e investigador musical Luis “El Terror” Díaz, vaticina la muerte dentro de poco tiempo de este género que también se le llama merengue de car wash, merengue deshechable, merengue de computadora, por carecer de letras, de buenos intérpretes, etc.
Verdaderamente en estos tiempos hace falta de merengueros que sigan revolucionando el ritmo, transformarlo para estos tiempos al igual como hicieron Johhny Ventura y Wilfrido Vargas en los setenta y los ochenta, igual como lo hizo Pochy Familia en los noventa. No creo que esos merengueros de calle alguna vez ganen un premio internancional importante, ni sean recordados gratamente dentro de diez años, como ha pasado con los merengueros de los 80s. ¿Quién hoy escucha el tema “El Pollito”? partan de ahí.
Se nos va la década y no tenemos todavía un representante digno que saque la cabeza. La nueva generación de merengueros apuesta por los sencillo, lo superficial y lo de moda. El merengue se ha quedado sin relevos.