Dynamo

Hace varios años tuve una novia que estaba perdidamente enamorada de la serie de HBO Los Soprano, pero no logró contagiarme esa emoción. Y estaba loco por ella. La verdad es que nunca he tenido paciencia para “esclavizarme” a un horario de televisión, eso de esperar ver un capítulo cada semana me parece de lo más torturante, por eso prefiero adquirir los dvds de las series que me gustan al final de cada temporada.
Hablo de todo esto porque la semana pasada llegó a mis manos la serie completa, las seis temporadas, de The Sopranos. Luego de ver las primeras dos pienso que es increíble el material que me estuve perdiendo, ahora me dan ganas de golpearme la cabeza contra la pared.
The Sopranos es excelente, una obra imprescindible, es una magnífica serie que toca el tema de la mafia desde un punto de vista familiar, mostrándonos personajes peligrosos e inescrupulosos pero a la vez hogareños, con defectos y necesidades humanas.

Como espectadores NO podemos evitar sentir una poderosa atracción hacia Tony Soprano, un tipo que dirige una “familia” desde la trastienda de una carnicería de New Jersey. No es héroe, pero tampoco es un villano, es un tipo que nos cae bien simplemente. Sin darnos cuenta frente a la pantalla nos hacemos cómplices de sus negocios ilegales, nos solidarizamos con sus traumas infantiles, nos enojamos con la descarada manipulación de su madre, vivimos sus dilemas como padre, como tío, como sobrino y como vecino atípico.
La he descubierto algo tarde, pero bueno, lo importante es que la he descubierto a tiempo. Me he pasado este fin de semana largo encerrado en mi casa disfrutando, deleitándome con cada capitulo que cada vez me parecen mejor. Cuando termine de ver las otras cuatro temporadas prometo publicar otro artículo.
Así que si pertenecen al grupito de personas que aun NO han visto The Sopranos, corran al video club más cercano y réntenla, no se arrepentirán, es una de las series más cuidadas e inteligentes que han pasado en la televisión. Gina, ¿Por qué no te hice caso en aquel tiempo?

PD: ¡Cuidado! The Sopranos es endiabladamente adictiva.