Dynamo

Gloria Swanson en Sunset Boulevard (1950)


El cine, esa inagotable fábrica de sueños, es un medio donde todo es posible, un portal ilimitado para otros mundos, tiempos y realidades. ¿Quién de nosotros no se ha olvidado de sus problemas personales y colectivos mientras ve una película, sin importar su calidad?
El cine combina todas las artes y es tan versátil que puede ser de entretenimiento, de orientación y hasta de transformación social. Recordemos, por sólo mencionar uno, el caso de la película “Saturday Night Fever” que despertó en los setentas el furor por las discotecas.

A través de los años el cine siempre ha influido en la sociedad, es un espectáculo de masas que trasciende el espacio de la sala de proyección para adentrarse en la esfera de lo personal, en lo tiene que ver a la identificación el público con los héroes y mitos procedentes de la ficción.
A pesar de la creciente piratería de películas que existe en el mundo, la magia del cine, la séptima de las artes, no ha perdido, ni perderá su encanto. Por eso todavía vemos tanta gente asistiendo a las salas, porque aparte de todo, es el medio de entretenimiento más accesible a todas las clases sociales, sale más barato ir al cine que ir al estadio, al teatro o un concierto.

Las películas, ¿En casa o en una sala de cine?
Es indiscutible que la apreciación de una película cambia cuando se hace en determinadas circunstancias, las emociones se realzan cuando se comparten en una sala llena de gente; verlas en la tranquilidad de la casa también tiene sus ventajas, pues con la ayuda de pausa, slow, rewind y demás, es posible hacer más grata la experiencia.
Particularmente prefiero ver en una sala de cine películas de acción y algunas comedias. Documentales, dramas y el cine clásico los prefiero ver en casa.